Ojo por diente
La matanza de los inocentes, 1610. Pieter Paul Rubens (Siegen, Alemania 1577 - Amberes 1640)
Es como tragar cristales, pronunciar feticidio, que se te incrustan las uñas y las íes en el cielo de la boca porque, olvídate, ya no te queda garganta. Hay pequeños cuerpos violeta dentro de los contenedores de medio mundo y se llenan los oídos de tambores y por las sienes corren jinetes sobre carcasas de caballos, echando las hijadas hacia adelante, con las muelas llenas de espuma y los ojos sin ojos.
Esa masa de miembros que irrumpe, como un fauno embrutecido, en la sala de juegos, a la hora de la siesta, y te saca del sueño sacándote los huesos. Para qué matarnos si ya morimos solos.
Como nos han negado el Limbo, nuestra venganza, por fín, se librará en el Cielo.