lunes, 17 de noviembre de 2008

AAAAAAAAAAAAA


Entró Julia, bellísima, vestida de raso y zapato rosa, como una bailarina pálida sin caja de música. Carol y su cuello, su cuello y Carol, los labios rojos, los ojos brillantes y esa manera de moverse como flotando entre las cosas, casi sin tocar el suelo. Detrás de un bombín, vi sonreir a Mar que cuando sonríe mueve la risa de cien mil niños felices comiendo algodón de azucar en la primera y única noria... y yo notaba como los colores me subían a las mejillas y cómo el vino, el olor de la librería, tantas manos, tanto amigo y tanto calor, me convertían en un cuerpo ebrio ilimitado, casi una burbuja en el momento mismo de la eclosión en millones de partículas transparentes y eternas.


La primera vez que vi el camino, de lejos, entre la fronda del bosque oscuro, un leve estremecimiento me removió por dentro. Ahora, a los pies del mismo sendero, que es más largo y más ancho que mi vida, sólo escucho a los guerreros de la luz que cantan más y más alto: avanza, avanza, avanza...

4 comentarios:

–La Solipsista Sorprendida– dijo...

Cómo se agradecen respiros de madurez y serenidad en el alocado patio del colegio. Te pongo un 10 señorita. Bárbara siempre impecable.

Helene Hanff dijo...

Precioso, Bar. Gracias.

Doña Col dijo...

Avanza, te lo mereces. Avanza mirando de frente, con el sol quemando tus pupilas y volviendo tu iris del color de una playa tropical. Espero que guardes mi ejemplar. Besos en los bigotes y revoltijo en los rizos. Yo tb te quiero, guapa.

Anónimo dijo...

¿Cómo expresar el modo en que tus palabras me maravillan, deslizándose y dejando una estela liviana pero profunda?

Seguro que tú podrías; yo no.

Un saludo y gracias por tu regalo.